LA MIRADA AZUL

NAZAR BONCUĞU

No nos sorprende, actualmente, encontrar las ciudades a las que viajamos llenas de souvenirs. No nos sorprende, nos hemos acostumbrado a verlo como algo normal, como algo propio de la sociedad de consumo en la que vivimos. Nadie se extraña de encontrar Torres Eiffel en miniatura por todo Paris, ni de ver pequeñas Estatuas de la Libertad a todos los rincones de New York.

Pero, tengo que confesar que Turquía ha conseguido sorprenderme. Parece que los turcos no se conforman con tener un recuerdo de cada ciudad. Aquí tienen uno de todo el país: el Ojo de Nazar (Nazar Boncuğu). Por donde donde vas te lo encuentras colgado, pero no sólo en las tiendas de souvenirs para turistas. No. El Ojo de Nazar está en todas partes. En las tiendas, en los restaurantes, en las casas, en las oficinas, en los coches, incrustado en el pavimento de algunas calles ... También lo llevan encima, en forma de colgante, de brazalete, como broche para el chupete de los bebés ...

NAZAR BONCUĞU

De esta manera, los turcos se sienten protegidos contra el mal de ojo, una superstición que atribuye una influencia maléfica a la mirada de algunas personas.

Se trata de una creencia que viene de muy antiguo. De miles de años atrás. Tenemos referencias escritas en algunas tablillas de arcilla sumerias de hace más de tres mil años. La superstición del mal de ojo no es exclusiva de Turquía. De hecho, está extendida por todo el planeta. La encontramos en América, en África, en Asia ... Y encontramos amuletos para protegernos de ella de formas muy diversas: dientes de león, ajos, herraduras y, por supuesto, el ojo de Nazar turco!

La tradición turca explica que los elogios tienen siempre un componente de envidia y de resentimiento y atribuye al ojo de Nazar el poder de devolverlos a la persona que los envía. Así pues, el amuleto protege de recibir energías negativas y malas vibraciones.

La mayor parte de los ojos de Nazar turcos atuales, se fabrican en hornos de la zona oeste de Anatolia y suelen estar hechos de vidrio reciclado, coloreado con cobalto, ópalo y zinc.

Debo decir que, si bien al comienzo del viaje me los miraba como simples reclamos para los turistas, poco a poco, su mirada azul te seduce y, seguro que acabas comprando alguno.